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nº 2 · 2000

 

 

 

 

 

 

 

 

Una de las preocupaciones crecientes de los Estados es la tan manida conciliación de la vida familiar y la vida laboral

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde laConfederación Estatal de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA), se ha considerado extremadamente importante esta regulación

 

 

 

CONCILIACIÓN DE VIDA LABORAL Y VIDA FAMILIAR.

Trinidad Martínez de Magarza S. Coop.

La autora analiza las implicaciones que la cotización a tiempo parcial puede tener para facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral.

La nueva ley estatal de cooperativas, aprobada en 1999, establecía un punto que se puede considerar como un avance importante para el sector cooperativo: la posibilidad de ser socio/a a tiempo parcial. Para ello, se debía aprobar por parte de Hacienda la cotización a tiempo parcial. Esta medida, tras más de una año de espera, ha llegado por fin. Indudablemente esta circunstancia va a favorecer a las cooperativas en la medida en que permite incorporar a socios/as que hasta el momento no podían serlo por desempeñar su labor con contratos de media jornada.

No obstante, debemos tener en cuenta cual es la realidad del mercado laboral y ver qué efectos puede tener este avance legal.

Recientemente, la Asociación de Mujeres de Cooperativas (AMECOOP) ha realizado una investigación sobre la situación de las mujeres en el entorno cooperativo. Uno de los resultados más llamativos del estudio es la mayoritaria presencia de las mujeres entre las personas contratadas a tiempo parcial: el 67% de los puestos a tiempo parcial están ocupados por mujeres.

Indudablemente uno de los efectos positivos de la ley y de la reforma aprobada por Hacienda, será la posibilidad de que trabajadoras a tiempo parcial pasen a la categoría de socias en sus empresas. Habrá que analizar a medio plazo si se ha incrementando la base societaria femenina en las cooperativas. Pero otro posible efecto de esta medida si no se abordan otras medidas en las cooperativas puede ser el incremento de la brecha entre géneros en el tipo de jornada, aumentando todavía más la presencia de las mujeres en las jornadas a medio tiempo.

Una de las preocupaciones crecientes de los Estados, de las organizaciones que trabajan por la igualdad entre hombres y mujeres e incluso del Parlamento Europeo es la tan manida conciliación de la vida familiar y la vida laboral. La progresiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo desde hace tres o cuatro décadas está redefiniendo las relaciones entre el ámbito privado y el público. Esferas que se pretendían definir como separadas y autónomas revelan ahora, con la creciente ocupación femenina en el sector mercantilizado de la economía, estar mucho más interrelacionadas de lo que se aceptaba. El cuidado de personas dependientes y la carga de trabajo reproductivo suponen para las naciones una riqueza que no por invisibilizada deja de ser muy importante. El traslado de esta carga de trabajo al sector público o su privatización a través de servicios de empresas puede suponer costes que ninguno de los dos sectores está en capacidad de asumir.

Por el momento, tal carga descansa fundamentalmente sobre las mujeres, condicionando cómo éstas se incorporan al mercado laboral. Una de las estrategias generadas por las propias mujeres ha sido precisamente incorporarse al mercado laboral con jornadas a tiempo parcial, lo que les permite conciliar empleo y trabajo reproductivo, es decir: que siguen asumiendo casi en exclusiva la carga del trabajo reproductivo. Que esta sea una estrategia elegida por las mujeres y que no se haya producido en la sociedad por el momento un debate sobre este tema, no quiere decir que esta situación no genere contradicciones y desigualdades tanto en torno al empleo como en torno al trabajo reproductivo. El eufemismo de conciliación oculta en realidad una desigual situación en cuanto a opciones de incorporación al empleo, de promoción en el mismo, de remuneración salarial, de obtención de prestaciones por vía contributiva y, obviamente, una desigual situación en cuanto al trabajo reproductivo, no sólo no remunerado sino además muy desvalorizado socialmente.

El discurso de la conciliación va dirigido a las mujeres, cuando en la esfera privada estamos todos/as: varones y mujeres. Pequeños cambios que se van produciendo es este sentido apuntan a que los hombres comienzan de forma muy incipiente a asumir algunas responsabilidades familiares, pero una situación de equidad está muy lejos todavía. Medidas como la cotización a media jornada no deben contribuir a perpetuar esta situación. En ningún caso debemos contemplarla como una medida especialmente beneficiosa para las mujeres. Es beneficiosa para el conjunto del cooperativismo y de la sociedad, y debe contribuir a generar un debate que no se ha dado y que comienza a ser necesario.

 

 

 

 

 

 

 

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