Sin Fronteras

 

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nº 2 · 2000

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El espíritu de Beijing empoderó y aportó un nuevo enfoque a muchas organizaciones de mujeres

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La igualdad de género trata de las opciones o alternativas políticas. Por ello no bastan las palabras o las buenas intenciones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las organizaciones feministas trataron de combinar la justicia económica y una redefinición de las relaciones políticas y económicas entre el Norte y el Sur con la defensa de la justicia de género y los derechos de las mujeres

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No podemos hablar de Beijing más cinco, para nosotras es Beijing menos cinco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos nuevos procesos necesitan nuevas habilidades asi como repensar el concepto de participación

 

 

 

 

 

BEIJING +5 Ó BEIJING -5: EL DESAFÍO DE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN UN MUNDO GLOBALIZADO.

Carmen de la Cruz

Carmen de la Cruz es Consultora Internacional, experta en temas de género y desarrollo e integrante de la Red WIDE (1). En este artículo la autora hace un recorrido por las diferentes Conferencias y Foros Internacionales en las que se han abordado cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres.

El espíritu de Beijing:

Cuando los delegados y delegadas participantes de la IV Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer (Beijing, 1995) regresaron a sus respectivos países, llevaban consigo una serie de compromisos para establecer Planes de Acción nacionales con el objeto de poner en marcha lo acordado. Esto significaba "tomar las medidas necesarias para eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas y remover los obstáculos para una igualdad de género y el avance y empoderamiento de las mujeres".

El espíritu de Beijing empoderó y aportó un nuevo enfoque a muchas organizaciones de mujeres y dio nuevas energías a millones de mujeres en el mundo, especialmente a nivel de base.

Desde 1995, las ONG, las organizaciones de base y las redes del Sur, del Este y del Norte asumieron la tarea de hacer un seguimiento a sus gobiernos y a instituciones como la Unión Europea y las Naciones Unidas, para controlar que los compromisos que fueron asumidos en su nombre se convirtieran en acciones.

Si bien se han realizado muchos progresos, los gobiernos no han ejecutado plenamente las medidas necesarias para lograr los objetivos de las doce Areas Críticas de Preocupación identificadas en la Plataforma de Acción de Beijing (2). Durante estos cinco años hemos observado avances en el plano legislativo, en la formulación de planes nacionales de igualdad, en la creación de mecanismos gubernamentales a favor de las mujeres y el reconocimiento de derechos ciudadanos. Sin embargo, estos logros han sido desiguales de país a país y en algunos casos se advierten graves retrocesos que afectan las condiciones de vida de las mujeres y el clima democrático de los Estados. Asimismo, en el plano económico las reformas impulsadas por los gobiernos no han contribuido a crear las condiciones sociales y económicas para que estos derechos puedan ser ejercidos. A todo ello hay que sumarle la casi inexistencia de mecanismos de rendición de cuentas, el agravamiento de la violencia política en muchas regiones del planeta y por último, que no menos importante, los escasos recursos humanos, técnicos y financieros destinados a poner en marcha las políticas de igualdad de género.

Cinco años más tarde, los gobiernos se han reunido nuevamente, esta vez en Nueva York en Junio de 2000 para valorar los progresos realizados y acordar nuevas medidas. La mayoría de ellos, incluyendo los europeos, están satisfechos con las acciones llevadas a cabo aunque éstas estén muy lejos de los amplios cambios requeridos para abordar realmente la desigualdad entre mujeres y hombres.

La dificultad principal estriba en que la concepción de lo que implica trabajar hacia una igualdad de género no ha sido plenamente entendida por el funcionariado y los decisores políticos encargados de dinamizar el proceso. La igualdad de género no significa "agregar" a las mujeres o "incluir" temas de género para "atravesar" pensamiento y acción. Significa analizar cada aspecto de las políticas y la práctica. Es transformar "la corriente principal" o "mainstream". Es un tema de alto contenido político sobre el poder y su redistribución.

La igualdad de género trata de las opciones o alternativas políticas. Por ello no bastan las palabras o las buenas intenciones. Es necesario que las medidas resultantes de la reunión mantenida en Junio se traduzcan en un mayor entendimiento y determinación en cada país y en los organismos bilaterales, multilaterales y financieros.

 

Las Conferencias Internacionales y los Derechos de las Mujeres:

Durante los 90 el conservadurismo mundial ha usado sistemáticamente su influencia política para oponerse a la agenda de los derechos humanos de las mujeres en los foros internacionales. Durante la Conferencia de Viena sobre Derechos Humanos en 1993, el Vaticano comenzó a movilizar sus fuerzas contra el reconocimiento de los derechos de las mujeres como derechos humanos. En la Conferencia de Población (El Cairo, 1994), se alió con un importante número de países para oponerse enérgicamente a la adopción de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Seis meses más tarde, durante la Cumbre Social, esta alianza se mantuvo para oponerse a cualquier aspecto innovador relacionado con género y salud reproductiva. Esta oposición continuó durante Beijing y la conferencia sobre Habitat. Mientras el texto principal de estas negociaciones parecían ser los derechos de las mujeres, el sub-texto critico era la división continua Sur-Norte y la creciente frustración del Sur. Algunos países del Sur no sólo se oponían al debate sobre los derechos económicos y sociales de las mujeres, sino que pretendían centrar el debate sólo en las desiguales relaciones norte-sur y el progresivo empobrecimiento de sus países.

Las mujeres presentes en las Conferencias internacionales, a pesar de llevar su propia agenda de temas, trataron de abordar estos dos aspectos y de posibilitar que se dieran los dos debates. Tres puntos importantes deberían destacarse de las Conferencias de los 90:

En primer lugar, donde las mujeres delegadas (del Gobierno o representantes de la sociedad civil) no estaban presentes en un número significativo, los temas relacionados con igualdad de género y derechos tendían casi a desaparecer en las negociaciones o comprometerlos por otros. Existía un entendimiento tácito entre los delegados del Sur y del Norte de no sacar a la luz temas "controvertidos" ("controvertidos" significaba "derechos de las mujeres", ya que existían otros igualmente controvertidos como pobreza, deuda y ayuda al desarrollo que permanecieron en la agenda de discusión).

En segundo lugar, a pesar de los esfuerzos realizados por grupos conservadores, sólo algunos gobiernos del Sur aceptaron entrar en una alianza en la que los derechos de las mujeres eran moneda de cambio. La afirmación de éstos fue posible en Beijing porque la amplia mayoría de los gobiernos del Norte y del Sur los apoyaron, a pesar de las diferencias entre países, como por ejemplo dentro del Grupo G-77.

En tercer lugar, las redes feministas, tanto del Norte como del Sur, presentes en Beijing trataron de tender puentes entre sus posturas y las de los grupos opositores que pretendían crear división entre justicia económica y de género. Los Programas y Plataformas para la Acción tanto de El Cairo como de Beijing contienen uno de los lenguajes más progresistas en relación a desarrollo, ajuste estructural, y la importancia de que el Norte asuma el liderazgo con respecto a un consumo sostenible y una gestión eficiente de los residuos. Gran parte de este lenguaje fue o iniciado o apoyado por las mujeres delegadas y sólo algunos gobiernos del Sur apoyaron a su vez este planteamiento, criticando la intransigencia del Norte sobre temas económicos. Por su parte, los Gobiernos del Norte se oponían al ataque de las fuerzas morales conservadores sobre justicia de género y derechos de las mujeres. De esta manera, las organizaciones feministas trataron de combinar la justicia económica y una redefinición de las relaciones políticas y económicas entre el Norte y el Sur, con la defensa de la justicia de género y los derechos de las mujeres. Las mujeres intentaron combinar la justicia económica con la justicia de género.

En estos últimos cinco años este proceso ha tenido continuidad en otros foros y se ha traducido en la batalla en torno a las propuestas económicas neoliberales y su impacto de género o las políticas macroeconomicas de organizaciones tales como la Organización Mundial del Comercio (OMC).

 

El impacto de las políticas económicas en la articulación de acciones a favor de las mujeres.

Desde la Conferencia de Beijing nuevas tendencias y procesos a nivel macroeconómico se han aplicado de una manera más clara que en el momento en que se celebró la IV Conferencia. Las consecuencias de la expansión y una mayor liberalización del comercio internacional y la globalización acelerada de las estructuras económicas han crecido en dimensiones no esperadas.

Los efectos que las políticas de Ajuste Estructural dictadas por el Fondo Monetario Internacional han tenido en muchas regiones del planeta, y las consecuencias en la concentración de capitales favorecida por los procesos de globalización económica están profundizando la brecha entre el Norte y el Sur.

El Informe Global Alternativo de las ONG (junio 2000) identifica políticas que han agravado la "feminización de la pobreza", tales como: privatización de servicios públicos, liberalización del comercio, desregulación de la economía, recorte de subsidios, sustitución de la producción alimentaria por la agroindustria y fracaso en el seguimiento y regulación del capital y empresas extranjeras. Asimismo, llama la atención sobre los bajos salarios y la inseguridad de los empleos de las mujeres y resalta que "las políticas de los gobiernos en los últimos cinco años no sólo han fracasado en abordar este tema, sino que algunas decisiones han empeorado la situación".

A esto hay que añadir que la liberalización económica y la globalización tienen repercusiones sobre las políticas de los países industrializados de cara a la financiación de la cooperación al desarrollo y los aportes que se hacen a las agencias de Naciones Unidas (U.N.). La reducción de dichos aportes desde el Norte ha amenazado seriamente la ejecución de los planes y programas adoptados en las conferencias mundiales por los países receptores y las N.U.

 

Beijing +5:

La sombra de los efectos de las políticas económicas neoliberales permearon la atmósfera del proceso de revisión y valoración de Beijing + 5, especialmente en la mente de muchas mujeres del Sur. Las realidades de sus vidas entraron en contradicción con las expectativas y esperanzas creadas por la adopción de la Plataforma para la Acción hace cinco años. "No podemos hablar de Beijing más cinco, para nosotras es Beijing menos cinco", comentaban varias delegadas del Sur, mientras que las mujeres del Norte económicamente próspero no comprendían la conexión entre el destino del Sur y las políticas de los gobiernos del Norte.

Las mismas fuerzas conservadoras que en Beijing batallaron tenazmente contra el progreso y por el retroceso de los acuerdos tomados en El Cairo volvieron a cerrar filas en el proceso de Beijin+5. Fueron activos en los Comités Preparatorios de Marzo y en la Sesión Especial de Junio. Intentaron retrasar y minar las negociaciones hasta tal punto que lograron que en algunos momentos se pensara que la conferencia fracasaría. A esto hay que sumarle dificultades previas de registro, acceso a los lugares y a la información por parte de las ONG, lo que creó un clima de desánimo muy elevado. Esto significó, asimismo, que las delegadas y delegados así como las ONG observadoras pasaran noches enteras batallando contra argumentos irrelevantes y "filibusteros" de algunos gobiernos.

Finalmente, el documento conteniendo la Declaración Política y el Documento sobre "Nuevas Medidas e iniciativas para implementar la Declaración y la Plataforma para la Acción de Beijing" fueron adoptados en el plenario final. Esto significa que la Declaración y la Plataforma se amplían cinco años más (hasta el 2005) como el único programa intergubernamental válido para el avance y empoderamiento de las mujeres en estos próximos años.

 

Logros, Obstáculos y Acciones Futuras:

1.- La sección del Documento Final sobre "Acciones e Iniciativas para superar los obstáculos y lograr una ejecución plena y rápida de la PPA" contiene más de 200 párrafos de recomendaciones para poner en marcha en los próximos cinco años. Comparándola con el lenguaje de la PPA de Beijing este documento es débil e incoherente. Se trata de un número increíble de recomendaciones sin una estructura sistematizada y sin ninguna prioridad.

2.- En relación a la estructura para un proceso de revisión quedó claro que una Sesión Especial de la Asamblea de Naciones Unidas (la de Beijing en 1995 fue una Conferencia), no es la forma más efectiva para definir nuevos planes y estrategias para continuar con el proceso y mantener el tema en el futuro. Es necesario garantizar su continuidad desde un Foro Mundial de las Mujeres.

3.- Si bien el proceso de Beijing y su revisión significó un proceso de educación de los Estados, una mayor visibilidad de las mujeres, una mayor oportunidad para una discusión pública sobre los temas que nos conciernen, y una mayor capacidad de incidir en las agendas, no se ha traducido en la reducción de la pobreza ni en el cambio de signo de la exclusión y los avances obtenidos son segmentados y altamente sectoriales. Hoy las mujeres y las niñas del mundo siguen viviendo "bajo asalto".

4.- A pesar de los errores cometidos y las frustraciones del proceso, el movimiento mundial de las mujeres prevaleció en Beijing +5 y una vez más demostró su determinación y liderazgo en el trabajo en pos de la justicia de género y todos los derechos humanos para todas las mujeres en nuestra diversidad.

5.- El proceso de globalización demanda respuestas a nivel global y las organizaciones de mujeres han articulado con otros grupos sociales nuevas maneras de asociación. Sin embargo, estos nuevos procesos necesitan nuevas habilidades, conocimientos y formación, así como repensar el concepto de participación ya tan manido y utilizado sin distinción por donantes multilaterales y bilaterales, gobiernos y sociedad civil. Uno de nuestros grandes desafíos es cambiar el signo de la movilización para fortalecernos como fuerza social que pueda merecer atención por su propia ética y presencia y no como una agencia de negociación.

6.- El Siglo XXI verá un avance real de las mujeres si se avanza también en democracia, en lo político, social y económico y en los ámbitos privados e íntimos. Una vez más, para cumplir este compromiso es necesaria una sociedad civil fuerte donde las organizaciones de mujeres reforzadas, apoyadas y con capacidad propositiva, puedan incorporar sus demandas e interpelar a los gobiernos para su cumplimiento.

 

notas

1. WIDE: Women in Development Europe. Mujeres y Desarrollo en Europa.

2. Plataforma de Acción: Documento que recoge las medidas acordadas durante la Conferencia para promover la igualdad entre mujeres y hombres en los Estado que ratificaron las conclusiones de la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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