Panorama

 

volver al sumario
nº 2 · 2000

 

 

 

 

 

Creemos en el proyecto cooperativo y en la importancia del papel que puede y debe desempeñar la mujer dentro de este movimiento

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Frente a la desalentadora realidad de las estadísticas, existe otra esperanzadora realidad cualitativa que surge con los espacios de encuentro, comunicación y debate de mujeres cooperativistas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

COOPERATIVISTAS, trabajemos juntas y juntos para hacer saltar por los aires las estadísticas

 

 

 

 

"MUJERES Y MOVIMIENTO COOPERATIVO"

Carmen Galindo Martín

Carmen Galindo es asociada integrante de ADEIA S. Coop. y vicepresidenta de AMECOOP

Este breve recorrido por el binomio mujer-movimiento cooperativo, a través de nuestra legislación, las estadísticas y de lo que opinamos las mujeres cooperativistas, no es una opinión individual sino la recopilación del sentir y el reflejo de la esperanza de un grupo diverso de mujeres asociadas a la Asociación de Mujeres Empresarias de Cooperativas (AMECOOP) que creemos en el proyecto cooperativo y en la importancia del papel que puede y debe desempeñar la mujer dentro de este movimiento.

Si examinamos nuestra legislación diríamos que existe una "teórica no discriminación directa":

Constitución Española

"Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social" Constitución Española art. 14.

"Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración sificiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo" Constitución Española art. 35.1

"El empresario está obligado a pagar por la prestación de un trabajo de igual valor el mismo salario, tanto por salario base como por los complementos salariales, sin discriminación alguna por razón de sexo" Estatuto de los Trabajadores art. 28

"El principio de igualdad de retribución implica para un mismo trabajo o para un trabajo al que se atribuye un mismo valor, la eliminación, en el conjunto de los elementos y condiciones de retribución, de cualquier discriminación por razón de sexo" Directiva 75/117CEE art.1

"El principio de igualdad de trato supone la ausencia de toda discriminación por razón de sexo, bien sea directa o indirectamente, en lo que se refiere, en particular al estado matrimonial o familiar" Directiva 76/207/CEE art. 2

"Las cooperativas se ajustarán en su estructura y funcionamiento a los principios y valores formulados por la Alianza Cooperativa Internacional, en los términos resultantes de la presente Ley" Ley 4/99 de Cooperativas de la CAM art. 1.2

"Las cooperativas están basadas en los valores de la autoayuda, la autorresponsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad.

Las cooperativas son organizaciones voluntarias, abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades sde ser socio, sin discriminación de sexo, social, racial, política o religiosa." Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional sobre la identidad cooperativa, Congreso de Manchester de 1995.

Pero a la luz de las estadísticas rápidamente debemos concluimos que existe una "discriminación real en la práctica":

En el conjunto de la economía nacional la tasa de actividad entre los hombres es entorno al 61% mientras que entre las mujeres es del 38%; siendo la tasa de paro entre los hombres de un 13% y entre las mujeres de un 23%; así mismo las mujeres ganan entorno a un 30% menos que los hombres por realizar idéntico trabajo y un escaso número de mujeres trabajadoras llevan a ocupar puestos directivos.

En la CAM el 98% del incremento del paro en el último año se debió al paro femenino.

Las empresas cooperativas no se alejan de estas cifras:

Desde el año 90 se observa un constante aumento de la presencia de las mujeres y aunque la mayor parte de las empresas cooperativas son mixtas existe un número importante de cooperativas formadas casi totalmente por hombres o exclusivamente por mujeres; entorno al 20% de las cooperativas de trabajo asociado tienen una plantilla compuesta por más del 75% de mujeres y en un 30% de las cooperativas no hay ninguna mujer.

La presencia de las mujeres es mayoritaria en el sector de la enseñanza, servicios, sanidad, textil y es marginal en construcción y en industrias como metal y gráficas. Existiendo una tendencia muy acusada a que la presencia de mujeres sea en cooperativas de pequeño tamaño, y por lo general no están representadas en puestos directivos y de decisión, aunque es habitual su presencia en el área de administración. Además las mujeres directivas lo son en casi la mitad de los casos en cooperativas en que su presencia supera el 75% de la plantilla.

Sin embargo, frente a la desalentadora realidad cuantitativa de las estadísticas, existe otra esperanzadora realidad cualitativa que siempre surge con fuerza en los espacios de encuentro, comunicación y debate de mujeres cooperativistas (socias y/o trabajadoras), cual es el alto grado de satisfacción y la firme convicción de que el movimiento cooperativo es el ámbito idóneo donde desarrollar nuestro proceso de desarrollo personal desde lo colectivo y enriquecer al colectivo con nuestras aportaciones personales.

La confluencia mujer-cooperativismo puede constituir una de las fuentes fundamentales de renovación y trasformación de esta sociedad, no sólo en lo que se refiere a la profundización de la democracia y la libertad auténticas, sino también por el aprovechamiento de la sinergias que se producen entre ambas, proporcionando alternativas creativas y novedosas.

Las mujeres aportamos al movimiento cooperativo los valores del consenso y la negociación, la apuesta por el trabajo en equipo, así como un alto grado de implicación en los proyectos, la valoración y precocupación por la persona, la comunidad y el entorno, creatividad y pragmatismo, y fundamentalmente nuevos indicadores para el ejercicio del "poder-autoridad".

El movimiento cooperativo aporta a las mujeres cauces viables para proyectar y realizar sus objetivos, para visualizar nuestras aportaciones, para desarrollar nuestras potencialidades e instrumentar nuestras alternativas.

En consecuencia, desde AMECOOP, formulamos las siguientes propuestas:

1) Incluir en los planes estratégicos y en la gestión cooperativa de las cooperativas la perspectiva de género como estrategia empresarial para la mejora de la calidad.

2) Puesta en práctica de la coeducación en el ámbito cooperativas.

3) Erradicar de las cooperativas, de los centros de trabajo y de nuestras relaciones internas y externas, las manifestaciones sexistas y/o excluyentes en el lenguaje, la imangen y el trato, rompiendo con los estereotipos.

4) Compensar los efectos de la segregación ocupacional y discriminación salarial mediante la potenciación e implantación de medidas de acción positiva.

5) Fomentar el establecimiento de redes de comunicación entre las mujeres.

6) Fomentar la participación de las mujeres en la formación continua, así como en los órganos de representación y de toma de decisiones

7) Elaboración de un código práctico en las cooperativas que sirvan de herramienta para la igualdad de retribución en trabajos de igual valor.

8) Establecimiento de la flexibilidad horaria y ocupacional, como mecanismos que permitan conciliar la vida familiar y la laboral, pero evitando los efectos perversos de la la precarización y empobrecimiento en que se puede incurrir con el trabajo a tiempo parcial.

9) Acciones directas en pro de la libertad y opciones sexuales de las mujeres y en contra del acoso y agresiones sexuales, así como de la violencia en cualquier ámbito.

10) Trabajemos por la dignificación de los valores femeninos, con el reconocimiento y valoración de las difencias, visualizando la participación y contribución de las mujeres en la sociedad; exigiendo expresamente a la ACI la revisión desde una perspectiva de género de los principios y valores proclamados en el Congreso de Manchester de 1995.

Así mismo desde AMECOOP, las mujeres cooperativistas madrileñas, exhortamos a los organismos públicos y a la administración para que tomen en consideración las propuestas de trasformación social que surgen desde el movimiento cooperativo;

a los sindicatos, para que sientan el movimiento cooperativo como una alternativa válida de autoempleo colectivo;

a los medios de comunicación para que no traten al cooperativismo como una utopía, sino como lo que somos, una realidad emergente;

a la ACI para que desde una perspectiva de género haga una práctica real los principios y valores cooperativos de democracia, igualdad, solidaridad y equidad-equivalencia;

a las mujeres, para que vean en el movimiento cooperativo un cauce viable para proyectar y realizar sus objetivos, entendiéndolo no sólo como un medio para vivir sino como una forma de vida.

COOPERATIVISTAS, trabajemos juntas y juntos para hacer saltar por los aires las estadísticas y para que los principios y los valores cooperativos de igualdad y equidad-equivalencia no sean letras muertas sobre un papel, sino una realidad viva que nos permita decir orgullosas: "en el movimiento cooperativo somos, nos sentimos, se nos ve y se nos considera, tal y como dijo la poeta,

MUJERES MUJERES".