Experiencias |
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HACIA UN CAMBIO DE LA SITUACIÓN DE LAS TRABAJADORAS DEL HOGAR
Liz Quintana I. Breve historia de la “Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia” Desde principios de los años 80 un grupo de trabajadoras de hogar comienza a reunirse en Bilbao con el objetivo, en un primer momento, de exigir de una vez por todas una regulación legal del sector que, por entonces no existía. Hasta ese momento la única referencia legal a este colectivo aparecía en el Código Civil y se hablaba de “amos y criadas”, lo cual nos da una idea de la consideración que tenía este trabajo. Se creía que la aprobación de una Ley eliminaría de una vez por todos los abusos que existían en la práctica. Sin embargo, el Real Decreto 1424/1985 frustró todas esas esperanzas. Se puede decir que el Real Decreto sirvió y sirve hoy en día para “legalizar” situaciones injustas que vemos todos los días: falta de contrato escrito, salarios ínfimos, jornadas excesivas….. Todo esto favoreció que ese “grupo informal” de trabajadoras que se reunían periódicamente desde hacía años, se asociara legalmente en el año 1.986. Desde entonces la Asociación viene trabajando en varios frentes. Una primer labor importante fue sacar a la luz pública y denunciar las condiciones del sector, lo cual se conseguía a través de numerosas campañas y gracias a una colaboración e interés muy importante por parte de los medios de comunicación. Por otro lado, en un primer momento, otra tarea fundamental fue acercarse a las trabajadoras para que éstas conocieran sus derechos y cómo exigirlos. El desconocimiento era absoluto a todos los niveles. Se ignoraba no sólo la existencia de una Ley y el contenido de la misma, sino también las condiciones reales en las que se desarrollaba este trabajo. Y este desconocimiento existía y existe hoy día no sólo en las propias trabajadoras sino, también en los profesionales del derecho, en sindicatos, asociaciones de mujeres…Parece que es un “problema” que no interesa. Otro aspecto muy importante que se ha trabajado desde la Asociación ha sido el de mantener contactos periódicos con Sindicatos y diversas instituciones: Inspección de Trabajo, Seguridad Social, partidos políticos……..aunque sólo sea para que no puedan decir que desconocen cuáles son nuestras demandas y lo que exigimos que cambie. A principios de los años 90 se ve la necesidad de crear asesorías jurídicas donde las trabajadoras pudiesen acudir en busca de información y tramitar sus denuncias. Desde el año 1.991 funcionan en Bizkaia tres asesorías jurídicas gratuitas siendo el balance, a pesar de las dificultades, muy positivo en todos estos años de andadura. Los cambios que hemos ido observando son muy interesantes. En un principio, cuando una trabajadora acudía a la asesoría era casi imposible que quisiera facilitarte sus datos personales. Hoy en día esto es impensable. No nos encontramos ninguna mujer que se niegue a facilitar sus datos, ni siquiera lo plantean. También al principio tenías poco menos que “suplicarles” para que se decidieran a denunciar. Hoy en día, salvo alguna excepción, esto ha cambiado radicalmente. Cuando acuden a la Asociación tienen muy claro que van a exigir sus derechos y que si no logran solucionar el problema de forma “pacífica” van a denunciar y utilizar los medios legales a su alcance. Esto ha sido posible gracias a la labor seria de la Asociación durante años. Nunca se ha hecho nada sin el consentimiento expreso de la trabajadora y se ha llegado hasta donde ésta ha estado dispuesta. Pero, lo que es más importante, nunca se ha dejado sola a la trabajadora en todo el proceso. Por otro lado, es muy importante no dar publicidad sólo a lo negativo. Tan importante como que las trabajadora y la sociedad en general conozcan la precariedad del sector, también lo es que sepan que cuando se denuncia se pueden conseguir cosas. El hecho de denunciar ante los Tribunales y ganar supone un beneficio inmediato para la trabajadora concreta que plantea la denuncia, pero también anima a otras a seguir ese camino y “obliga” a muchos empleadores a plantearse la necesidad de respetar los mínimos que la ley reconoce. II. Importancia del asociacionismo. En estos momentos existen varias Asociaciones de trabajadoras de hogar en todo el Estado: Valladolid, Extremadura, Granada, Salamanca, Sevilla, Bilbao…Nos reunimos todos los años para intercambiar información, plantear campañas conjuntas, discutir acerca de los cambios legislativos necesarios, etc. La relación entre todas nosotras es fluida y continua y nos ayuda a seguir adelante a cada una en nuestras ciudades de origen. Si bien es cierto que asociarse conlleva una serie de ventajas y beneficios importantes, también lo es que este colectivo se encuentra con una serie de trabas importantes que dificultan el nacimiento de más asociaciones. Por un lado, se trata de un sector con un alto grado de dispersión en el que las trabajadoras se encuentran aisladas en su puesto de trabajo. Es decir, salvo contadas excepciones, no se tienen otras compañeras de trabajo. Además, las condiciones de trabajo de unas y otras no suelen tener nada que ver. Una mujer puede trabajar la misma jornada que otra realizando las mismas actividades y, sin embargo, sus condiciones de trabajo: salario, vacaciones, pagas extras, seguridad social, diferir completamente. Estos dos datos unidos a la falta, en muchos casos, de la conciencia de ser trabajadoras (muchas mujeres consideran esta actividad como una “ayuda” a la casa, pero no como un auténtico trabajo; a pesar de que, en numerosas ocasiones, éste sea el único ingreso que entra en un hogar. Podríamos explicarlo teniendo en cuenta la infravaloración del trabajo doméstico sea quien sea quien lo realice) explican la ausencia del sentimiento de pertenecer a un colectivo. Pero además, aparecen otros problemas añadidos. Uno de los más importantes a la hora de no participar en asociaciones, tanto para las trabajadoras emigrantes como para las estatales, es la falta de tiempo. Hablamos de un sector de actividad en el que existen: trabajo en régimen interno (pernoctando en el domicilio donde se trabaja), jornadas excesivas (hasta 12 horas diarias, más transporte), trabajo por horas en muy diversos domicilios más los traslados a cada uno de los puestos de trabajo…Si a esto le añadimos que las trabajadoras de hogar no tienen, a su vez, quien se encargue de sus propias tareas domésticas ni del cuidado y atención de sus hijos/as (es decir, el problema de la doble jornada), es fácil comprender que la falta de tiempo se convierta en un problema real y que, a menudo, el poco tiempo libre que disfrutan prefieran dedicarlo a “olvidarse” un poco de su realidad cotidiana. El ejemplo más claro lo tenemos en las trabajadoras en régimen interno que, como norma, sólo suelen tener libre el domingo. En estos casos es especialmente difícil pedir a un trabajador que su único día libre a la semana lo dedique a este tipo de actividades. III. Propuestas
Las propuestas de futuro que planteamos desde la Asociación, se pueden
centrar en dos grandes objetivos: Ahora bien, si hace unos años defendíamos la inclusión del Sector de Estatuto de los Trabajadores, la experiencia nos ha llevado a entender que nos encontramos con un colectivo que presenta unas características que lo diferencian claramente de otros y con unos problemas específicos que deben encontrar respuesta en la legislación a fin de evitar los “vacíos legales” con los que nos encontramos ahora. Es por todo esto por lo que, en estos momentos, nuestras propuestas van en el sentido de exigir la derogación del Real Decreto actual y la aprobación de regulación especial; lo cual no significa, como solemos decir, “especialmente mala”, sino aquella que contemple las necesidades propias de este tipo de trabajo. Entre otras, entendemos que esa Ley especial debería recoger cuando menos la jornada de trabajo (descansos entre jornadas, vacaciones, permisos retribuidos…) y evitando, sobre todo, los abusivos tiempos de presencia actuales; una revisión al alza del salario mínimo (desaparición de los descuentos excesivos por prestación en especie, pagas extras de 30 días en todos los puestos…) que evite la progresiva pérdida de poder adquisitivo de las trabajadoras y la inevitable necesidad de admitir o tolerar situaciones de injusticia, así como la obligación de que la forma de pago del mismo sea, en todos los casos, a través de un recibo o nómina; desaparición de la figura del “desistimento”, o lo que es lo mismo, el despido libre que está regulado en la actualidad y que permite prescindir de los servicios de una trabajadora con una indemnización de tan solo siete días de salario por un año trabajado, eso siempre y cuando ésta pueda demostrar en la práctica que realmente sus empleadores desistieron y no fue ella la que renunció. Estos serían a grandes rasgos los cambios legislativos por los que trabajamos las trabajadoras del hogar. Con respecto a la Seguridad Social nuestras propuestas se centran en exigir la inclusión de este colectivo en el Régimen de la Seguridad Social, pues entendemos que se trata, en todo caso de, trabajadoras por cuenta ajena. Esta medida conllevaría en el terreno práctico, la eliminación de todas las discriminaciones que permite el actual Régimen Especial. Estas principalmente son: el sistema de cotización que deja desamparadas a aquellas mujeres cuya jornada de trabajo es inferior a las 18 horas semanales y “penaliza” a las que trabajan entre 18 y 20 horas semanales en un solo domicilio o para varios empleadores, independientemente de la jornada, obligándoles a darse ellas mismas de alta y cotizar toda la cuota; la base de cotización es siempre la misma y la cuota a ingresar mensualmente es fija, independientemente de las horas de trabajo; no se reconoce el accidente de trabajo; la baja por enfermedad o accidente sólo genera derecho a percibir un subsidio a partir del vigésimo noveno día; en cualquier caso de baja (enfermedad, accidente, maternidad) la obligación de cotizar mientras este hecho perdure pasa a la propia trabajadora en su totalidad; no se reconoce el derecho a desempleo; en el cálculo de pensiones a las que una trabajadora pudiera tener derecho lo periodos intermedios no cotizados (vacíos) se computan, a estos efectos, como cero. Este breve repaso de la legislación actual da una idea de lo que queremos decir cuando hablamos de ley discriminatoria. A la hora de valorar la importancia de un cambio legislativo debemos tener en cuenta que estamos ante un colectivo que ocupa miles de mujeres, siendo muy difícil calcular el número exacto por las condiciones específicas en las que se realiza este trabajo y que ya hemos comentado y por la experiencia de un número importantísimo (según cálculos de las distintas Asociaciones podemos hablar hasta de un 70%, y a veces más) de trabajadoras en economía sumergida. Además es, quizás, el sector de actividad que más ocupa a las trabajadoras emigrantes a las que, a todo lo dicho, se le deben añadir lo problemas específicos de esta condición y que agrava más aún su situación. |