Sin embargo, a pesar de este hecho, todavía resulta difícil para las mujeres ascender a posiciones directivas, sea en el ámbito de sociedades cooperativas, sea dentro de los organismos de representación cooperativa. Probablemente esta realidad es menos percibida en las cooperativas de servicios o en sectores nuevos, dónde la actividad de la cooperativa se caracteriza por la capacidad de iniciativa, de relación con el exterior,... y, por tanto, es desvinculada de esquemas organizativos rígidos y burocráticos. Sin embargo, resulta muy visible en los sectores tradicionalmente masculinos, aún cuando la presencia de trabajo femenino haya aumentado significativamente.
Antes de pasar a examinar la situación actual es quizás útil proveer alguna breve seña histórica sobre el largo camino de las mujeres en la cooperación italiana:
“La mujer se vuelta obrera ya no es una mujer” Jules Simenon hizo tal afirmación hacia la mitad del siglo XIX. Refleja una clara convicción de la época, bien arraigada en Italia a pesar de que los censos generales de la población del 1861 1871 y 1881; aparece una fuerte presencia femenina en las fábricas italianas, paralelamente a cuánto ocurrió en todas las industrias, sobre todo textiles, de los otros Países de la Europa occidental industrializada. Las obreras eran sometidas a difíciles condiciones de trabajo: horarios extenuantes, entornos generalmente malsanos y sueldos irrisorios, muy inferiores a los percibidos por los hombres, la consiguiente alto morbilidad y, a menudo, mortalidad precoz....Estas circunstancias favorecieron el recurso de las mujeres al asociacionismo con la intención de compensar su debilidad contractual, así como crear una unión de asistencia solidaria.
Fue así que, a menudo, las obreras se adhirieron a las asociaciones de mutuo socorro masculinas, mientras otras veces constituyeron nuevas sociedades exclusivamente femeninas. Es fácil suponer que estas decisiones encontraron no poco dificultades para llevarse a cabo; los obreros, no sólo se opusieron a menudo a la entrada de las mujeres en la fábrica creyéndolas temibles competidores, también obstaculizaron su inserción en las sociedades obreras. Tales conflictos dieron lugar al nacimiento de sociedades de mutuo socorro exclusivamente femenino.
Mientras tanto, la actividad cooperativa siguió siendo prerrogativa de las sociedades masculinas, A eso también contribuyó la aprobación del Código de Comercio del 1892 - que representa la primera orientación jurídica por las cooperativas, asimiladas a las sociedades comerciales– y que avaló legalmente una actitud discriminatoria respecto a las mujeres: se basado en la norma de confiarles únicamente a los jefes a familia la calidad de “socio”. A su vez, el Código Civil de 1865, establecía que las mujeres – al igual que los menores, interdictos e inhabilitados - no tenían potestad de contratar. En su artículo 134, afirma que “la mujer no puede donar, vender bienes inmóviles, someterlos a hipoteca, contraer mutuos, ceder o cobrar capitales, constituir sociedad …”sin” la autorización del marido”, El mismo documento legislativo dispone que la mujer “sin una autorización especial del marido o el Tribunal” no pudo formar parte de sociedades comerciales y que tal autorización puede ser revocada “siempre”.
El resultado de esta política discriminatoria fue que, en la víspera del Congreso de fundación de la Liga de las cooperativas, (Milán, octubre de 1886), la única sociedad de producción femenina existente en Italia fue la Cooperativa de trabajo formada por modistas, sombrereras y grapadoras en ropa, fundada en Turín en el 1884, y cerrada por quiebra en 1886.
Esta situación no se alteró de forma sustancial hasta 1919, año en que fue aprobado la ley nº 1176, que estableció, por fin, nuevas normas acerca de la capacidad jurídica de la mujer, y abolió las absurdas normas antes citadas,,,
Será en la segunda posguerra cuando asistimos al nacimiento de un verdadero movimiento cooperativo femenino, con el surgimiento de la Unión Mujeres italianas, fundada en septiembre de 1944, y que desarrolló un papel fundamental desde este momento hasta el otoño del 1946. En este breve arco de tiempo, el movimiento cooperativo estaba muy interesado por una rápida reanudación y el nuevo movimiento de mujeres – que en este período se convierten formalmente en sujetos políticos– empieza a manifestar un interés creciente hacia la cooperación, estimulado por la necesidad de enfrentar problemas de subsistencia , la inserción laboral, los abastecimientos, dentro de un proceso de reconstrucción general. En definitiva, las mujeres cooperativistas asumen el modelo de asociacionismo económico como instrumento de agregación y maduración de una identidad femenina. Van a dedicar un fuerte empeño en difundir y reforzar la cooperación, sobre todo en el sector distributivo, pero también para promover y coordinar la creación y el desarrollo de empresas autónomas de producción y trabajo, predominantemente artesanal, compuestas y administradas casi exclusivamente de mujeres.
En septiembre de 1946, se celebra el primer Congreso Nacional de la Cooperación Femenina. En él, la Liga asume directamente la tarea de promover y coordinar las iniciativas en este campo, instituyendo una sección femenina que hereda el patrimonio de la experiencias ya vivida. Los primeros núcleos cooperativos administrados por la Liga actúan, predominantemente, en el sector artesanal; en los años siguientes se tenderá a privilegiar el desarrollo de las cooperativas de consumo, en los que el ama de casa asume el protagonismo.
A partir de los años sesenta se dedica una particular atención a los problemas de las mujeres campesinas y las jornaleras, no sólo en términos de mejora de las condiciones laborales, también en relación a las condiciones de igualdad entre hombres y mujeres respecto a la propiedad de la tierra, de los capitales y de los bienes de la empresa.
En efecto, en las cooperativas agrarias solamente era socio el jefe familia, excluyendo por lo tanto las mujeres y los otros miembros de la familia. Las mujeres ejercen una fuerte apuesta por la cooperación y otras formas asociativas; su interés está determinado por la necesidad de localizar nuevos yacimientos de trabajo, por una reducción de los costes de producción y por la colocación de los productos a precios más favorables, pero también para mejorar la organización del trabajo y optimizar los procesos productivos,
Otro sector de intervención del movimiento cooperativista es el de los Servicios Sociales, en cuanto que la desordenada política construcción y urbanismo de los últimos 40 años ha determinado un desarrollo anormal de barrios carentes de servicios. A tal propósito los/as cooperativistas proponen una línea de trabajo que ve la vivienda como parte integrante de un conjunto de servicios y aparejos colectivos de barrio y suscitan un enorme interés por los innovador de sus avanzadas propuesta, de tal forma que algunas entidades públicas empiezan a ver en la cooperación un proyecto fiable para la implementación de las mismas políticas sociales.
Los años 70 y 80 son caracterizados por un notable desarrollo de la cooperación femenina en Italia en todos los sectores y, en Legacoop, por su Comisión Femenina. Se configura como importante interlocutora para los sindicatos, las organizaciones empresariales y la red de organizaciones femeninas, activando proyectos sobre todo el territorio nacional.
Procesos Recientes
Durante los primeros momentos de la década de los 90, y en respuesta a las normas y a los programas del UE, fueron aprobadas tres leyes que han contribuido sustancialmente a la estimulación de las políticas para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
En 1990, fue instituida la Comisión Nacional para la Igualdad de Oportunidades, y el objetivo de su actividad fue, precisamente, promover la eliminación de toda forma –directa e indirecta - de discriminación hacia las mujeres. Tal Comisión fue formada por 29 mujeres, representantes de las principales organizaciones sindicales, empresariales y cooperativas, además de partidos políticos y asociaciones de mujeres... En el 1991 el Parlamento italiano aprobó una nueva ley que pretende garantizar la igualdad sexual en el mundo del trabajo; igualmente se ha creado un Comité Consultivo, presidido por el Ministro de Trabajo, y donde nuevamente se encuentran representantes de organizaciones sindicales y empresariales, asociaciones de mujeres y una representante del movimiento cooperativo,
La tercera ley, aprobada en el 1992, prevé una serie de iniciativas para apoyar el empresariado femenino, garantizando condiciones de igualdad y oportunidad en el sector económico, El objetivo es incentivar la creación y el desarrollo del empresariado femenino, facilitando a las mujeres sistemas más blandos de crédito, además de promover su formación empresarial. Las cooperativas formadas en un 60% por mujeres pueden acceder a los beneficios previstos por esta ley. De forma análoga a las anteriores, esta ley ha instituido un comité – presidido por el Ministro del Comercio – del que hacen parte miembros de las más importantes organizaciones empresariales y una representante del movimiento cooperativo. En el 1996, el Gobierno de centroizquierda ha instituido el Ministerio para la Igualdad de Oportunidades, para reforzar el papel de las mujeres, además de programar las leyes y los actos de gobierno teniendo en cuenta los intereses de las mujeres, tal como se aconsejaba en la Conferencia de la ONU desarrollada en Beijng (1995). La declaración final de esta conferencia ha sido asumida por el Gobierno italiano en el 1997.
Como se puede intuir fácilmente, todas estas noramtivas han representado mucho para las mujeres italianas y, en particular, para las cooperativistas, En efecto, gracias a estas normativas se ha registrado un gran impulso en la creación de empresas administradas por mujeres, área en el que el Legacoop también ha desarrollado un notable trabajo de promoción cooperativa en las áreas más desfavorecidas del País y con una tasa de paro femenino muy elevado.
La cooperación es las políticas de las iguales oportunidades
La acción de las organizaciones cooperativas italianas se orienta hacia la promoción del empresariado femenino además de desarrollar estrategias por la promoción de las experiencias y las competencias de las mujeres. Nuestro interés se centra a remover los obstáculos que todavía impiden su plena participación en el movimiento cooperativo.
En 1998 y a iniciativa de Legacoop, se llevó a cabo una investigación sobre un total de 262 empresas cooperativas en relación a la presencia de las mujeres en su base social. Los resultado obtenidos en algunos de los sectores cooperativos más importantes, han sido:
Agricultura: 67.6%
Industria: 89.6 %
Servicios: 77.2%
Consumo: 53.1%
Detallistas: 52.5%
Vivienda: 89.1%
Por tanto, la mayoría de los socios de las cooperativas adheridas a Legacoop son mujeres, y eso es verificable tanto en los sectores económicos más tradicionales (cooperativas de consumo, agricultura,...) como en los sectores de más reciente desarrollo (cooperativas de servicios).
Sin embargo, esta fuerte presencia sobre el plan empresarial y profesional no se corresponde con una adecuada presencia femenina dentro de los órganos de gobierno de las empresas, de las asociaciones del sector e, incluso, dentro de Legacoop. Tales números, en efecto, padecen una radical inversión cuando se va a considerar la presencia femenina dentro de los órganos de gobierno de la organización.
En Legacoop, la Dirección está compuesta por 140 miembros, 15 son mujeres. A su vez, de los 51 miembros que constituyen la Junta, sólo 3 son mujeres. Mientras que en la Presidencia no encontramos ninguna... Por consiguiente, podemos afirmar que Legacoop no ha activado una política real y efectiva para promover las igualdad de oportunidades, tanto a nivel nacional, como sectorial y regional. Los proyectos y las iniciativas encaminadas en este campo han sido fruto, únicamente, del trabajo voluntario de algunas tenaces cooperativistas.
Algunos sectores cooperativos, como por ejemplo el de consumo, ha realizado algunos proyectos en favor de las mujeres y dirigido a mejorar su formación profesional. Gracias a ello se ha conseguido un aumento de la presencia femenina dentro de las juntas de administradores de las cooperativas. Sin embargo, los ejemplos todavía están demasiado limitados; aún hoy resulta difícil para las mujeres llegar a dirigir una cooperativa.
En las cooperativas todavía es escaso el número de las mujeres manager, fenómeno que también incluye aquellas sociedades dónde es alta la presencia de socias. En comparación a las otras organizaciones sindicales y empresariales italianas, y aunque eso pueda aparecer una contradicción, la cooperación parece menos sensible al desarrollo de políticas para la igualdad de oportunidad. Y justamente son las mujeres – en Italia como en todo el mundo – las artífice de los cambios ocurridas en el ámbito de los viejos esquemas culturales y económicos. Como se deduce de nuestra exposición, todavía queda por hacer un camino repleto de obstáculos; que, a veces, parecen insuperables. Sin embargo, las empresas que quieran tener éxito en un mercado cada vez más competitivo, tendrán cada vez más necesidad de contar con la contribución de las mujeres. Por tanto, afrontar el mainstreaming de la igualdad de oportunidades no es sólo una cuestión de derecho sino un requisito previo por el éxito económico. Perseguir la implicación activa, a todos los niveles, de las mujeres en las cooperativas existentes o asistirles en la creación de sus empresas, se convierte en un factor llave para promover un nuevo papel de las mujeres en la sociedad y en la economía. Somos conscientes del esfuerzo que requiere esta propuesta; entre lo que las cooperativas son hoy y lo deberían ser; pero se hace cada vez más urgente llenar esta diferencia; y creemos que su consecución merece la pena para todo el movimientos cooperativo.
Por este apostamos en la necesidad de reforzar las relaciones entre las cooperativistas europeos, constituyendo redes informales de encuentro, discusión y debate para promover el conocimiento y la colaboración paneuropea, para dar voz a la experiencia y a las ideas del movimiento cooperativista. Con tal fin estamos trabajando para que el Global Womens Committee de la Alianza Cooperativa Internacional se fortalezca y se convierta en punto focal de referencia para las cooperativistas de todo el mundo. En este esfuerzo contamos con la contribución determinante de la experiencia de las compañeras españolas...
Para finalizar, permitidnos expresar a las colegas de la Asociación de Mujeres Empresarias de Cooperativas nuestro piropo y las más sinceras felicidades por las importantes iniciativas que esta organización está llevando adelante siempre en materia de promoción social y laboral de las mujeres y por un mayor participación activa de las cooperativistas en la sociedad española.....
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Las obreras eran sometidas a difíciles condiciones de trabajo
En la segunda postguerra surge la Unión de Mujeres Italianas
En las cooperativas agrarias solamente era socio el jefe de familia
La cooperación parece menos sensible al desarrollo de políticas para la igualdad
Las empresas que quieran tener éxito tendrán que contar con las mujeres
Apostamos por reforzar las relaciones entre las cooperativistas europeas
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