Introducción
Brasil representa el 6,4% del área y el 2,7% de la población mundial. Es hoy un país urbanizado, con tasa decreciente de natalidad, estructura etaria en rápido desarrollo y población femenina creciendo más que la masculina.
Las primeras cooperativas fueron implantadas en Brasil apenas en el final del siglo XIX, o sea, casi medio siglo despúes del famoso experimento de Rochdale en Inglaterra. Algunos idealistas ya conocían ese experimento europeo, pero tuvieron que esperar las condiciones legales y sociales propicias al asociativismo de trabajadores libres. En los años setenta, el Movimiento Cooperativo Brasileño se consolidó y se renovó institucionalmente. Y en los años noventa, se internacionalizó.
Las mujeres representan el 51% de la población brasileña y el 40% de la población economicamente activa. Sin embargo, si tomamos en cuenta solamente el universo cooperativo, hay apenas un 14% de mujeres asociadas a cooperativas. Además, de ese bajo porcentaje pocas logran llegar a cargos y funciones de dirección, incluso en las cooperativas en que la presencia femenina es significativa (como salud y trabajo).
El género en Brasil
Del punto de vista del género, las estadísticas indican que el tradicional equilibrio cuantitativo entre hombres y mujeres en Brasil ha sido recientemente deshecho con el aumento del número de mujeres.
Al mismo tiempo, varios cambios están en desarrollo o son presagiados. Es creciente la politización de las mujeres en casi todos los segmentos sociales. En los cursos superiores y técnico-profesionalizantes, existen más mujeres jóvenes y maduras (sobretodo de las clases de más poder adquisitivo) que hombres. La mano-de-obra femenina crece más que la masculina en el mercado de trabajo formal e informal. Es cada vez más grande el total de mujeres divorciadas o separadas que se hacen cargo solas de la satisfacción de las necesidades familiares y del comando del hogar. Hay más mujeres que postergan la maternidad mientras buscan la afirmación profesional. Además, en la cumbre de la pirámide etaria hay más mujeres de edad solitarias que hombres.
La mujer brasileña en el mercado de trabajo
La afirmación femenina en el mercado de trabajo, y sus principales consecuencias económicas, sociales y políticas, han quedado más visibles a partir de los años cincuenta, cuando las mujeres de clase media comenzaron a ingresar a las universidades y a dedicarse a una profesión. Un gran aporte para ello ha sido la multiplicación de cursos superiores y profesionalizantes, como resultado del impulso económico de las regiones Sureste y Sur de Brasil.
En realidad, entre los años 50 y 70, ha crecido la demanda por ocupaciones que exigían enseñanza media y superior, especialmente en el Estado de São Paulo, donde un amplio parque industrial se combinó con la economía agrícola de exportación y con el sector bancario y financiero, ocasionando un gran crecimiento del sector terciario.
En consecuencia, la escasez de cuadros técnicos ha estimulado la demanda por personal calificado y el acercamiento entre la escuela y la empresa, enfatizándose la educación como base del desarrollo económico.
El aumento de la demanda por trabajo calificado
Aproximadamente en 1955, un grupo de economistas, intelectuales, y empresarios brasileños, defendía un desarrollo planeado de “facción nacional”, con rumbo y significado nuevos, apoyando estudios hechos por técnicos sudamericanos de la CEPAL ( Comisión Económica para América Latina), en oposición a los análisis monetaristas del Fondo Monetario Internacional. Ese grupo, que defendía inflación moderada para estimular el desarrollo económico y social[1], ha influenciado la política económica brasileña adoptada en ese entonces por el gobierno federal, que proponía el desarrollo de 50 años en apenas 5 años (el mandato presidencial de Juscelino Kubitscheck). El escenario brasileño nacional-progresista cambiaba rápidamente. La agricultura perdía espacio para incipientes actividades en las principales áreas metropolitanas del País. La población aumentaba y se urbanizaba en ritmo acelerado. Se valoraba al profesional competente para asesorar el desarrollo económico dirigido por el Estado. Era el “milagro”del crecimiento económico brasileño de los 70 ( cuyos hechos mostrarían los puntos débiles de la inflación-estímulo). Simultáneamente, el mundo occidental, en los 30 años posteriores a la II Guerra Mundial, prosperó, se enriqueció y se equipó para producir bienes y servicios en gran cantidad y variedad. El estándar de vida mejoró. Tecnologías cada vez más avanzadas revolucionaron los sistemas de producción, distribución y consumo.El progreso en los sectores de comunicación y de transporte, al acortar las distancias entre países, estimuló el impulso consumista del mundo occidental, del cual el ejemplo principal eran los
EEUU.
Los Estados del Sureste y del sur del Brasil, primordialmente, entraron en el ritmo consumista ocidental, exigiendo nuevos bienes y servicios. De esta forma, con el aumento de la demanda por mano-de-obra para acelerar la producción y la colocación de mercaderías en los principales centros de consumo, la presencia del trabajo femenino también creció, sobre todo en los sectores de economía urbana.
El problema del desempleo
Cuando la prosperidad económica del mundo occidental fue debilitada, en el linde de los años 80, y la aceleración de las tasa de desempleo comenzó a generar preocupación, Brasil también se hizo presente en el círculo vicioso de la turbulencia económico-financiera que estaba globalizándose. Con relación al trabajo, en las áreas más necesitadas de Brasil la inestabilidad económica agudizó el crónico problema del subempleo de la población analfabeta o semi-analfabeta, especialmente rural-agrícola, de la cual la mayoría es de mujeres.
Ya en los años 90, el incremneto de la participación del género en la economía informal, principalmente de las mujeres, ha significado no apenas la supervivencia de aquellos que perdieron el empleo, pero también un modo eficiente de evitar graves rupturas de tejido social.
Va en aumento además la tendencia a postergarse la entrada de los jóvenes en el mercado de trabajo, sobretodo los de clase media, ampliándose su período de escolaridad y de práctica profesional, con vistas a enfrentar un mercado más exigente y seleccionador. En el caso de la cesantía femenina, los estudios arrojan tendencias contradictorias - el empleo formal continúa aumentando, notadamente en el sector de servicios, pero los datos estadísticos indican que las tasas de desempleo abierto son más elevadas que las de los hombres. La principal explicación es el aumento de la demanda de empleo por parte del gran contingente poco visible de las dueñas de casa.
Una tendencia que se ha mantenido es el flujo de las mujeres sin calificación o semi-calificadas profesionalmente, en dirección a trabajos manuales y domésticos, mientras que las mujeres calificadas concurren a los empleos públicos y privados, por medio de selección previa o concurso.
Durante mucho tiempo, las mujeres ”graduadas” en universidades se encaminaban hacia la enseñanza básica, que los hombres habían abandonado por su baja remuneración. Posteriormente, las mujeres comenzaron a impartir clases en cursos superiores, especialmente en el área de Humanidades. Actualmente, sin embargo, ellas están haciéndose cargo de funciones importantes en todos los niveles de enseñanza, de la básica a la superior. En las empresas públicas y privadas, igualmente, crece la presencia de la mujer profesional. Empero, en la mayoría de los casos, la remuneración en el sector privado es inferior a la del hombre. En el sector público no hay diferencia de sueldos en relación a hombre, para cargos o funciones iguales. Pero tanto en las empresas privadas como en las públicas, el invisible tope de vidrio, que en el mundo entero cercena a las mujeres, ha dificultado el acceso de la brasileña a posiciones de comando.
El impacto del reciente ascenso de la mujer a puestos de comando ha sido objeto de investigaciones especiales en el área de administración de empresas, para identificar las “características femeninas”que son valoradas en el mercado brasileño y mundial.Una de esas investigaciones, llevada a cabo en São Paulo por una empresa de selección de ejecutivos, ha entrevistado a las organizaciones empresariales más grandes del mercado, y la totalidad da preferencia a candidatos con algunas características femeninas bien recibidas en el mercado, tal como el saber trabajar en equipo, hacer planificaciones a largo plazo, preocuparse con la puntualidad, educación y apariencia. El ascenso femenino
Pese a que el derecho de voto fue otorgado a las mujeres brasileñas ya en 1932, por el entonces presidente Getúlio Vargas, no hubo prácticamente consecuencia significativa de ese acto porque él mismo, luego despúes, cerró el Congreso e impuso al país 8 años de dictadura. Restablecida la democracia, con su deposición y el inicio de la República Nueva, en 1945, algunos años más tarde el derecho de voto del género fue nuevamente suspendido por el golpe militar de 31 de Marzo de 1964. En esa ocasión la dictadura extinguió el Poder Legislativo y la votación popular por casi 20 años.
Es reciente la conquista femenina de algunas posiciones en la dirección de empresas públicas y privadas. Pese a ser algo tímido, ese cambio está llegando a tradicionales instituciones públicas, que hace más de cien años son administradas por hombres.
Como ejemplo, en el área jurídica paulista, en 1998, de los 84 jueces aprobados en concurso para la magistratura del Estado de São Paulo, por primera vez fueron aprobadas más mujeres (53) que hombres (31).
Otros cambios recientes están sucediendo, de un modo general, en todo Brasil, pero con menor intensidad. En este final de años 90, sin embargo, el Estado de Maranhão dio el ejemplo en Brasil al reelegir a su gobernadora Roseana Sarney, y al colocar a varias mujeres en altos puestos gobernamentales.
En todo el país se observa el mismo panorama que en el resto del mundo: reducida participación de las mujeres en los altos cargos de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judiciario, tal como en los órganos que deciden materias que les afectan directamente, como salud, educación y planeamiento familiar.
La sociedad brasileña en transformación
Otras grandes transformaciones que vienen afectando las principales instituciones sociales del mundo, en este final de siglo, también están ocasionando cambios en las características básicas de la familia nuclear brasileña, como el declineo del casamiento formal, la debilidad del patriarcado y la división legal del patrio poder entre el marido y su esposa.
Recientes modificaciones en los estándares de conducta sexual, compañerismo y procriación dejan antever grave crisis en la institución de la familia brasileña. Y con el aumento de los divorcios y separaciones, es cada vez más frecuente la presencia de la mujer-jefa-del hogar, sin la corresponsabilidad de un compañero.
Al mismo tiempo, se modifica el rol social de la juventud, de la edad madura y de la tercera edad- ésta cada vez más alargada con el aumento de la esperanza de vida. Simultáneamente aparece la “vejez profesional”, alrededor de los cuarenta años, como perversa innovación de nuestra época marcada por el rápido avance tecnológico y por la competencia globalizada. De esta forma, el concepto de edad es relativo, multidimensional, desvinculado de los modelos comportamentales que guiaban las diferentes etapas del ciclo de la vida humana, de la infancia a la vejez, pasando por la adolescencia y la
maturidad. La Mujer en el Cooperativismo Brasileño
Está aumentando, últimamente, el cuestionamiento sobre el espacio que ocupa la mujer y aquél que debiera ocupar en el Movimiento Cooperativo. Los congresos y encuentros de la Alianza Cooperativa Internacional, termómetros sensibles en relación al crecimiento del interés por la igualdad del género en las cooperativas, están destinando sesiones paralelas a los eventos principales, para debates sobre cuestiones del género masculino y femenino.
Algunos hechos recientes contribuyen para el resurgimiento de ese tema relativamente antiguo, que es la pequeña participación de la mujer en la dirección de empresas públicas y privadas, y en las decisiones (económicas, educacionales, de salud y otras) que les respectan. Entre esos hechos, tiene un gran peso el aumento de la escolaridad femenina y el aparecimiento de la mujer profesional en todos los países del Mundo Occidental[2] . Pero son también importantes los cambios que están ocurriendo en la sociedad, sobretodo en la Familia, y que imponen nuevos roles sociales y profesionales al hombre y a la mujer.
En el área cooperativista, los países nórdicos están a la vanguardia en el estímulo a la creación de comités y grupos de mujeres con la incumbencia de sugerir programas prácticos de participación femenina en las actividades y en la dirección de las cooperativas.
Sin embargo el gran marco en ese punto fue el Encuentro de la ACI – Américas, realizado en Costa Rica (1997), cuando las mujeres cooperativistas dieron un importante ejemplo de concientización al someter a plenario una Plataforma de Trabajo, que fue aprobada y en la cual la ACI se comprometió a “convertirse en agente de vigilancia, seguimiento y denúncia del no-cumplimiento de los principios y valores cooperativos como elemento central de la garantía de la eliminación de la subordinación, exclusión y marginalización de las mujeres cooperativistas en todos los niveles”. Tres de esos compromisos de la ACI merecen destaque: en la esfera política, “hacer visible la representación real de las mujeres en términos de cantidad y calidad, proporcionando su ingreso a los niveles de dirección”; en la esfera económica, “acceso de las mujeres a financiamientos y a participación en trabajos definitorios de las políticas económicas”; y en la esfera de trabajo y empleo para las mujeres, “hacer con que el ambiente de trabajo de las cooperativas sea positivo y creativo, propicio a la promoción y participación de las mujeres, con posibilidad equitativa de ascenso”. En ese ámbito de preocupaciones la Organización de las Cooperativas Brasileñas, en convenio con la Fundación Getulio Vargas, ha intentado conocer la situación de la mujer en el Cooperativismo Brasileño para poder recomendar acciones adecuadas de estímulo a la participación femenina en las cooperativas.
En consecuencia, el I Censo del Cooperativismo Brasileño (1997) ha incluído algunas materias del género, en el levantamiento de informaciones, por medio de cuestionarios aplicados a los dirigentes de las cooperativas, juntamente con una investigación de análisis del Perfil del Dirigente Cooperativista[3].
A pesar de las limitaciones de la investigación, reconocidas por el propio equipo del Centro de Estudios Agrícolas de la FGV, el I Censo tuvo el mérito de arrojar algunos puntos negativos, como el desinterés y/o el desconocimiento de los problemas del género por parte de la mayoría de los dirigientes encuestados.
“El desconocimiento de la cuestión de género es confirmado por el hecho de que el 31% de las cooperativas no respondieron a la pregunta relativa a planes futuros de estimular la participación de las mujeres, y de que un 70% afirmaron no conocer cualquier iniciativa de otras cooperativas en ese sentido” (grifo del autor) En el Capítulo 5 los relatores informan que:
“las cooperativas parecen dar poca atención a las cuestiones de género en su día a día. Apenas un 7% prevé en sus estatutos cualquier incentivo al incremento de la participación de las mujeres en sus actividades y apenas el 21% registra la existencia de algún departamento preocupado con las actividades de interés de la mujer. El número de cooperativas que declaran haber tomado alguna iniciativa en el sentido de incrementar la participación femenina es de un 38%” (grifo del autor) Y siguen los relatores:
“...las respuestas muestran que hay un conjunto de cooperativas donde se vislumbra un avance ... Al fin y al cabo, un 48% de las cooperativas declaran tener planes futuros de incentivos a la participación femenina...” (grifo del autor) El equipo de investigadores de la FGV, al reconocer las limitaciones de su trabajo, sugiere que
“sería útil, en una próxima etapa, preguntarles a las propias mujeres por qué su espacio en las cooperativas es tan pequeño, y cómo él puede ser ampliado. Para tanto sería recomendable la realización de una encuesta que las cooperadas responderían”. Esas observaciones confirman que continúan siendo escasos los datos y las informaciones actuales sobre la participación de la mujer brasileña en cooperativas. El Módulo 4 del I Censo del Cooperativismo Brasileño representa apenas un modesto inicio para posteriores análisis cuantitativos, calitativos y de interacción profesional del género, tan indispensables a la programación de actividades del hombre y de la mujer, de acuerdo con los valores fundamentales del Cooperativismo.
Mientras el largo período en que la economía agrícola representó importante fuente del Ingreso Nacional para Brasil, las cooperativas agrícolas se han multiplicado y se han desarrollado, ofreciendo importantes servicios a los productores rurales, sus asociados, incluso en la exportación de materias primas y alimentos. En esas cooperativas la participación de las mujeres asociadas siempre ha sido mínima. Actualmente es del orden de un 4,3% del total de cooperados.
Más tarde, en los años 50 a 70 de este siglo, Brasil ya presentaba una economía diversificada y consolidada, sobretodo en el Sureste y Sur. Y entonces, aunque con intensidades diferentes en sus macro regiones, el País ha acompañado la tendencia de desarrollo que ha marcado al mundo occidental, incluso el movimiento de ascenso profesional de la mujer de clase media y el crecimiento del número de asociadas de cooperativas de los centros urbanos.
Así, desde el inicio de los años 80, las cooperativas urbanas de trabajo han encontrado un ambiente propicio a su nacimiento, especialmente en el Sureste del País, donde las actividades terciarias son más dinámicas. Las cooperativas médicas han registrado un número más grande de asociadas (44%), reflejo de la preferencia actual de las jóvenes estudiantes por cursos superiores de medicina.
En síntesis:
La participación de la mujer brasileña como asociada es minoritaria en el universo cooperativista. Hay casi 600 mil mujeres asociadas para cerca de 3 millones de hombres. Y de la totalidad de cooperados efectivamente actuantes, en números relativos, apenas un 14% son mujeres.
Pero esos números podrían ser más elevados si fueran computadas las asociadas “invisibles” de algunas cooperativas, especialmente agropecuarias y de consumo, en las cuales la presencia femenina está oculta por el patrio poder, por el tipo de división de trabajo en el hogar y por las costumbres de la familia. Es decir, es el jefe quien representa legalmente al hogar, lo que incluye asociarse a cooperativas, firmar el Libro de Matrícula, asistir a las Asambleas Generales y tomar decisiones. Aunque las mujeres sean actuantes “de hecho” no existen “de derecho”, ni siquiera del punto de vista de las estadísticas de la cooperativa. Recomendación: en cooperativas como las agropecuarias y de consumo, el estatuto social podría ser alterado para autorizar la asociación de la pareja, y no solamente del jefe de la familia, de manera que ambos tengan voz y voto.
Por otro lado, mismo cuando las mujeres asociadas participan activa y legalmente de los trabajos, de las reuniones y de las Asambleas Generales, un invisible tope de vidrio les dificulta el ascenso a cargos y funciones de dirección. Por ello es que en Brasil apenas un 2% de las mujeres asociadas llegan a la directoría o al consejo de administración de las cooperativas agropecuarias. La mayor participación en el cuadro dirigente se encuentra en las cooperativas habitacionales (39%). En números absolutos, hay más de 53 mil hombres en directivas de cooperativas para cerca de 14 mil mujeres en posiciones idénticas.
Recomendación: programar amplio trabajo de sensibilización sobre la importancia de los valores cooperativos de igualdad, equidad, solidariedad y democracia.
Con respecto a las funcionarias de las cooperativas se verifica, tal como sucede en otros tipos de organizaciones y empresas, que las mujeres son mayoría en todas las cooperativas, excepto en las agropecuarias, en que son minoría (22%). Al contrario, en el sector educacional hay un 78% de funcionarias.
Recomendación: desarrollar programas educacionales y de entrenamiento para mejorar el trabajo y la calificación de las funcionarias y, dependiendo del tipo de cooperativa, fomentar su asociación.
Y por último, pero no menos importante: Se recomienda amplio programa educativo del género.
Hay sugerencias interesantes en publicaciones de la ONU (BIT, FAO, UNESCO) y de la ACI, que orientan el camino básico de programa de sensibilización, educación, y entrenamiento del género, y la adhesión de más mujeres, y de mujeres jóvenes, para ampliar la esfera de actuación de las cooperativas.
Esa programación se incluye en los objetivos de la Organización de las Cooperativas Brasileñas y podrá tener el soporte de las cooperativas y del Movimiento Cooperativo Brasileño. Entre los colaboradores, el GEDEIC[4] , Comité OCB de Género y Desarrollo Integrado en Cooperativas (creado en agosto/1997), le da prioridad a la educación para reforzar la igualdad del género en las cooperativas y estimular su profesionalización, con el objetivo primordial de contribuir para el desarrollo del Cooperativismo de acuerdo con sus valores básicos de igualdad, equidad, solidariedad e indiscriminación de cualquier especie.
En realidad, amplio trabajo educativo y el esfuerzo conjugado de todos los y las cooperativistas constituyen la base para que el Movimiento Cooperativo Brasileño pueda superar los desafíos de desigualdad profesional entre hombres y mujeres, y lograr que ambos participen del proceso de desarrollo de la cooperativa en condiciones de igualdad.
Notas
[1] Existía oposición entre los “economistas progresistas”que veían a la inflación como poderoso instrumento de dinamisno económico( con dos grupos principales-el grupo de la CEPAL inspirado en Prebisch, que contestaba las conclusiones basadas en análisis monetaristas de los técnicos del FMI; y el grupo de la Confederación Nacional de la Industria, que concentraba su crítica en Gudin) y los economistas inspirados en Eugenio Gudin y en el FMI, que rechazaban la idea de cualquier efecto positivo de la inflación en el desarrollo.
[2] Esa materia es tratada en nuestro estudio Género en Cooperativas y Desarrollo, 1999.
[3] La investigación realizada por el equipo del Centro de Estudios Agrícolas , de la Fundación Getúlio Vargas, no utiliza una muestra de asociadas de cooperativas. Cosecha informaciones indirectamente, vía dirigientes que han respondido de modo ambiguo a las preguntas sobre actividades destinadas a las mujeres en sus cooperativas, tales como la previsión estatutaria de fomento a la participación femenina y preocupación de la cooperativa en estimular la participación de la mujer en el movimiento cooperativo. Además, los propios relatores observan que, en la mayoría de los casos , se notaba total desinterés por el asunto, desconocimiento del tema y/o falla en la comunicación intercooperativa. Véase nuestro artículo La FGC y el I Censo del Cooperativismo Brasileño, marzo/99.
[4] El equipo del GEDEIC está constituído de esta manera: Presidenta: Diva Benevides Pinho; Vice-presidentas: Adalva Alves Monteiro, presidenta de la Organización de las Cooperativas del Estado de Maranhão, y Sheila Paiva de Andrade, presidenta de la Cooperativa de Enseñanza de Itumbiara Ltda.
(Goiás); Directoras Ejecutivas: Marilea da Conceição de Souza Barroso, presidenta de la Cooperativa de Economía y Crédito Mútuo de los Empleados de la Delphos Ltda. , Rio de Janeiro; Vera de Oliveira Daller, historiadora y consultora de cooperativas; Eliane da Costa Gomes Trito, presidenta de la Cooperativa de Consumo (Paraná), y Wélia Szervinsk Silva, secretária ejecutiva del Consejo Administrativo de la
OCB.
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Las mujeres representan el 40% de la población económicamente activa
La escasez de cuadros técnicos ha estimulado la demanda de personal cualificado
La inestabilidad económica agudizó el crónico problema del subempleo
se están produciendo cambios en la familia nuclear brasileña
Está aumentando el cuestionamiento sobre el espacio que ocupan las mujeres en las cooperativas
Las cooperativas conceden poca atención a las cuestiones de género en su día a día
Aunque las mujereas sean actuantes "de hecho" no existen "de derecho"
Hay que programar un trabajo de sensibilización sobre los valores cooperativos
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