M u j e r e s  e n  M o v i m i e n t o


PONER LA ATENCION EN LO QUE TENEMOS
Ana Vargas Martínez
Esther Rubio Herráez
Plataforma Autónoma Feminista
"...las mujeres habían incrementado su libertad apoyándose en las acciones y las palabras de otras mujeres".
Librería de mujeres de Milán

Hay mujeres que piensan y dicen que el feminismo ha triunfado. Hay otras, en cambio, que piensan que se han conseguido avances importantes pero que aún queda un largo camino por recorrer. Estas últimas centran su discurso en la discriminación, acompañándola de una lista, desgraciadamente larga y verdadera, de injusticias y del sufrimiento de las mujeres que aún se dan en gran parte del mundo. Pero esta manera de ver y analizar la realidad, poniendo siempre delante el sufrimiento, la discriminación y lo que todavía nos falta por conseguir, vuelve pequeño, y a veces poco significativo, todo aquello que ya es, que ya existe, es decir las mujeres están, estamos, presentes en todos los espacios sociales, con más valor, con más seguridad y con más libertad. La apreciación numérica la podemos hacer simplemente mirando hacia el mercado laboral, desde los medios de comunicación, la universidad, la judicatura hasta las instituciones sociales y políticas, la presencia de mujeres es cada día mayor. Sin embargo, no sólo se trata de cambios cuantitativos, sino también de cambios cualitativos importantes. Para apreciar estos últimos, necesitamos una mirada más atenta y una mente más abierta que nos permita detectar y nombrar lo nuevo que ya se ha producido, y se está produciendo.

Poner la atención en lo que tenemos y podemos hacer o centrarse en lo que todavía nos falta por conseguir son dos formas distintas de interpretar, leer, nombrar y situarse en la realidad.

Por eso nosotras partimos de nuestra realidad más cercana, más inmediata, porque es aquí donde podemos transformar y transformarnos. Y partimos de lo que somos, de lo que tenemos y de lo que hemos conseguido gracias al feminismo, porque es un hecho que gran parte de las reivindicaciones feministas se han conseguido, al menos en una parte del mundo. Queremos huir de aquellas generalizaciones que pretenden englobar a todas las mujeres, como si todas fuésemos iguales, ya que como toda universalización, son abstracciones que dejan fuera, o hacen insignificante, una parte importante de la realidad presente 
“Cuando hablo del triunfo del feminismo del siglo XX – señala Milagros Rivera- quiero decir que se han conseguido las reivindicaciones de derechos que reclamaron las revolucionarias francesas del siglo XVIII y las sufragistas del XIX, y la igualdad de oportunidades exigida por la política marxista del siglo XX. Mujeres y hombres hemos sido declaradas iguales en las constituciones de los estados democráticos de la segunda mitad de siglo”. No sólo es un hecho que un parte importante de las reivindicaciones feministas se han conseguido, como hemos dicho anteriormente, sino que también podemos ver cómo el pensamiento feminista ha ido permeando la sociedad y asentándose, ampliamente, en el pensamiento de la misma. Podemos decir que ya forma parte del sentido común de muchas mujeres y también de hombres. 

Algún ejemplo concreto nos ayudará a comprender lo que estamos diciendo. Vamos a referirnos a dos temas: un caso extremo, un ejemplo “fuerte”, como es la violencia contra las mujeres y otro más nuevo, las mujeres en la política. Hablando de violencia sexuada, y si nos limitamos a las informaciones que recibimos de acuerdo con lo establecido, parecería que ahora existe un aumento creciente de ésta, que la civilización está retrocediendo, que, en definitiva, estos hechos están en contra del triunfo del feminismo.

En cambio una lectura más atenta, un análisis más profundo de la realidad nos hace ver que ha habido un cambio cualitativo importante, un cambio simbólico: la violencia contra las mujeres ha dejado de ser un asunto privado para pasar a ser un asunto político o, lo que es lo mismo, el debate sobre la violencia es publico y ésta se puede condenar públicamente, como de hecho se está haciendo. La violencia ha podido ser nombrada como lo que es: violencia sexuada –aunque todavía en algunos medios se hable de "violencia doméstica", quizás haciendo equivalente lo doméstico y lo femenino-, y, afortunadamente, goza del rechazo de la mayor parte de la sociedad. Haciendo un poco de historia veremos cómo el movimiento feminista puso parte de su empeño en hacer pública una realidad oculta, con el fin de conseguir el rechazo social de esta barbarie y cómo actualmente esta sociedad ha asumido el reto y ha comenzado a tomar medidas. Dicho con otras palabras, en este tema se ha hecho realidad aquella reivindicación del feminismo de los años 70 resumida en el eslogan lo personal es político.  

En el ámbito de la política institucional estamos presenciando una situación, en la que están apareciendo hechos que serían impensables hace unos años y que se hacen más evidentes en periodos preelectorales y electorales, cuando la lucha por el poder se hace más pública. Asistimos a una demanda creciente de mujeres para las listas electorales y para desempeñar puestos políticos e institucionales relevantes, por parte de las cúpulas de los partidos políticos. Si bien es cierto que esta demanda se debe, en parte, a la exigencia y a la presión creciente de las mujeres, no está tan claro que ésta responda a la política de cuotas que algunas defienden y otras rechazan. No tenemos más que leer los periódicos para darnos cuenta del relieve y la importancia que se está dando a la presencia de las mujeres en la política. 

Más allá de estas interpretaciones, y los hechos requieren un análisis más profundo y afinado que no podemos abordar aquí, vemos que existe la necesidad de una práctica política, que está impregnada del sentido común y del civismo. Del sentido común y del civismo con los que las mujeres han mantenido, y mantienen, la civilización. Y esta necesidad es urgente porque la política masculina está sumida en una profunda crisis. 

Ya no se trata, por tanto, de reivindicar la participación de las mujeres en la política institucional, esto es un hecho, sino de hacer una práctica política desde la diferencia sexual femenina, donde los referentes, la medida, no sean los del orden dado. Se trata de hacer lo que otras han nombrado ya: “poner la política de las mujeres en el centro de la política”, que no es lo mismo que poner una política de las mujeres al lado de la política masculina dominante, sino una política que no sea excluyente, que tenga en cuenta el mundo común de mujeres y hombres.  

( Una primera versión de este artículo fue publicada en la revista de las Jornadas Feministas de Granada “Todas tenemos veinte años”. Granada, Abril de 1.999.)

Notas

Librería de mujeres de Milán: No creas tener derechos. La generación de la libertad femenina en las ideas y vivencias de un grupo de mujeres. Horas y HORAS. Madrid, 1991

María Milagros Rivera Garretas: “¿Final del patriarcado, final del feminismo?”. Debate inédito, sostenido en Ca la Dona de Barcelona, el día 23 de mayo de 1998.Luisa Muraro: “La politica è la politica delle donne”, Via Dogana, 1, 1991

 

 

 

 

 

 

 Las mujeres estamos presentes en todos los espacios sociales, con más valor, con más seguridad...




 

 

 

 

 

 





Hemos hecho realidad aquella reivindicación del feminismo de los años 70, "Lo personal es político"


 

 

 

 

 

 






Se trata de "poner la política de las mujeres en el centro de la política"