E  d  i  t  o  r  i  a  l


EL RETO DE LA IGUALDAD 
Las cooperativas, por definición, se basan en el valor de la igualdad. Así la unidad básica de referencia, no es el capital, sino la persona. Por ello, a la hora de hacer balance, no sólo es cuestionable y analizable el balance económico, también es fundamental hacer balance social. 

Esta fundamentación marca el valor propio y alternativo de cada cooperativa, la diferencia básica con las empresas de capital. Es una forma de entender y aplicar la organización de las personas en base a un proyecto conjunto de empleo y redistribución de la renta participada por las decisiones de todas las personas miembros de una cooperativa. El binomio capital/empleo va ligado estrechamente al de igualdad, desde la participación y la democracia. Por ello, el papel histórico de las cooperativas de distribuir el poder económico de una forma más amplia y más justa ha de ser garante y un acicate en la lucha por la igualdad de oportunidades, en el acceso de las mujeres a un empleo digno en condiciones de equidad. En la participación real de las mujeres en las cooperativas. 

Es verdad que la presencia de las mujeres en el movimiento cooperativo se va incrementando. También la capacidad de propuesta y reivindicación desde las organizaciones de mujeres en el seno del movimiento cooperativo. Sin embargo, en términos absolutos, las mujeres apenas alcanzan un 30% de presencia en las diversas cooperativas del estado español.

La democratización económica, que impregna el movimiento cooperativo, ha de pasar necesariamente por un incremento de la presencia y la participación de las mujeres en todos los órganos de decisión y representación de la cooperativa, de lo contrario, estaríamos hablando de la entelequia de la igualdad cooperativa. 
Es un principio, y quizás una de las mayores responsabilidades por parte de las mujeres y hombres cooperativistas, el hacer militancia, el trabajo de base para la difusión de este modelo hacia la sociedad, especialmente las mujeres, articulando programas y redes de cooperación con los diferentes movimientos de mujeres existentes. 
Desde la mujer cooperativista, valorar lo que tenemos, lo que hemos conseguido como mujeres trabajadoras y partícipes de un proyecto cooperativo, que nos aporta mayor autonomía, decidiendo sobre nuestro empleo, articulando fórmulas de participación social y económica, entrando en un proceso de crecimiento personal desde lo colectivo, luchando en definitiva por la sociedad que queremos hemos de llegar a la sociedad civil, a las mujeres desempleadas, a las instituciones, tejiendo redes de apoyo y cooperación.

La libertad, la participación y la democratización económica son los valores de las mujeres y los hombres que optamos libremente por el cooperativismo, como una de las alternativas a la transformación social, haciendo posible, desde una propuesta minoritaria, la redistribución de las rentas, empleo digno, estable y remunerado, mayor participación y justicia social, la equidad en el día a día entre hombres y mujeres, desde la cooperación y el diálogo y no el enfrentamiento. 
Desde aquí animamos a todas las mujeres a acercaros y conocernos.