
nº 4 · 2002
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El horizonte imprescindible
"La voz dormida"
Dulce Chacón
Ed. Alfaguara, 2002.
Y a lo lejos
la empalizada temporal improvisaba
el horizonte imprescindible.
(Luis Alvarez Piñer)
Cuando la novelista extremeña Dulce Chacón enfrentó las historias de las mujeres de la resistencia antifranquista, optó - en una decisión llena de generosidad- por escribir una novela que fuera su voz, la de ellas. Esa voz silenciada, oculta tras los muros y tras el olvido insensato de la transición.
La voz de las mujeres habla desde esta novela de distintas maneras, desde distintas atalayas, a través de personajes ficticios que parecen reales. Se trata, efectivamente, de los ecos de las mujeres detenidas, juzgadas y encarceladas durante el franquismo, de las torturadas, de las penadas a muerte y de las fusiladas; de las que esperaron horas, días, semanas de su vida frente a las comisarias y las cárceles; de las que no podían sino ocultarse de la vecindad, del "espía" falangista, de la policía.
Son sus voces, pero no son las voces de unas víctimas. No sólo. Esas mujeres apresadas, torturadas, mutiladas y fusiladas eran las mujeres de la República, que poseedoras de un rico universo personal y colectivo se organizaron en la guerrilla, construyeron organizaciones en la clandestinidad, fomentaron redes formales e informales de solidaridad, lucharon por sacar a sus familiares de las cárceles, lucharon por la democracia, lucharon... Inventaron paso a paso el feminismo, sin saberlo.
Fueron víctimas de la historia, pero no de si mismas. Al contrario, vislumbraron un camino pleno de opciones y, con toda la dureza, eligieron lo vital: frente a la negrura terrible del franquismo, la luz del día.
Las mujeres, ocultas sus historias, se llevaron en la dictadura la peor parte. No sólo fueron condenadas por el régimen, sino muchas veces escondidas por sus propios compañeros de lucha, por sus organizaciones políticas. Sufrieron vejaciones sin fin y, en medio de su propia opción vital, tuvieron que mantener, además, la vida familiar, la comunitaria, el sostén, "el descanso del guerrero".
Por eso sus voces permanecen vivas. Dulce Chacón las muestra, las ilumina, las inventa para hacerlas decir: "sí, tuvo sentido, a pesar de todo tuvo sentido". Y frente a tanto dolor permanece un aliento propio: la alegría de vivir, la esperanza, el vigor, el sentido del humor, los afectos. Las mujeres salieron indemnes de la batalla, y la siguieren dando, la dan ahora. Aquellas, las hijas de la República, las resistentes, como hoy, con la misma voz.
La novela de Chacón es emocionante, y lo es porque mira hacia adelante. La voz permanece, no fue acallada. Está presente a lo largo de estas páginas en todas esas mujeres, las que aún viven, las que murieron, musitándonos la rebeldía frente al silencio.
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